Hace un año por estas fechas, Maureen y yo nos pusimos en camino con la Mater para recorrer España. Hace un año para estas fechas nos liamos la manta a la cabeza y partimos rumbo a lo desconocido, a lo nunca hecho antes. Dejamos nuestra vida cotidiana, nos subimos a una autocaravana y nos convertimos en los “hippies” de la Virgen, según dijeron nuestros hijos.
¿Cómo no tener “morriña”?
Mentiría si no dijera que tenemos “morriña”, si no dijera cuanto echamos de menos esos largos meses de intimidad matrimonial marchando juntos al lado de María. Eran jornadas interminables, y en todo momento mirándola a Ella. Bajo aguaceros tropicales o bajo un sol de justicia, marchábamos cada día a Su lado.
Jamás imaginamos que Ella pudiera llenar un espacio tan grande en nuestra vida cotidiana. Ella era el centro y era el todo. Nos levantábamos y nos dormíamos con Ella, por Ella y para Ella.
Experimentar su presencia
Nuestros días estaban llenos de alegría, todos eran luminosos y nuestra tarea era tan sencilla. En mis muchísimos años de vida laboral nunca realicé trabajo tan simple ni experimenté nunca la plenitud interior con la que terminaba cada jornada. Cada día era un nuevo comienzo que te llenaba el corazón de emoción. Con Maureen éramos como dos niños esperando que abriera el parque de atracciones. Experimentamos Su presencia; se manifestaba incansablemente en todos y cada uno de los hijos que iba encontrando por el camino. La veíamos actuar, la veíamos tocar los corazones, la veíamos en el indiferente al que le cambiaba la expresión del rostro al mirarla a los ojos; en la ancianita a la que visitaba en su soledad en medio del campo; en el sacerdote que cargaba con la frustración de un ministerio sin frutos visibles; en los jóvenes a los que encendía el corazón; en el obispo que con humildad se arrodillaba a besarle el manto; en los rostros de amor y en el brillo de esos ojos llenos de santidad de las hermanitas de clausura, de tantos y tantos monasterios que visitó, en los que durmió y en los que fue recibida como Reina.
¿Cómo no tener “morriña”? Inmensa “morriña”, solo superada por el inmenso agradecimiento que brota de nuestro corazón por tan grande regalo. Sobre mi mesa de trabajo una pequeña réplica de la imagen junto a la que caminamos me mira con sus ojos llenos de amor, de ternura, de intimidad. No hay vez que, al devolverle la mirada, de repente, al tomar conciencia de Su presencia, en medio de la concentración de la tarea, no me arranque una sonrisa y un gracias.
La película, Madre Ven
El pasado 25 de noviembre se ha estrenado la película-documental Madre Ven. Recoge el recorrido de la imagen de María Inmaculada durante seis meses por gran parte de la geografía española. Durante este tiempo, miles de personas acompañaron a la Virgen y muchos afirmaron sentir su presencia real, que les aportó luz y esperanza en momentos difíciles.
¿Dónde puedes ver la película? Consulta aquí.
Gracias por tu Amor. Gracias por haber venido.
Aquí tenéis otra noticia sobre la peregrinación
Fotos tomadas de la página web de Madre Ven.
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