Hace unos pocos meses nos sorprendieron con una noticia completamente inesperada. Nos ofrecían ir a Asunción, Paraguay, a un Congreso Internacional de la Obra Familiar (CIOF) de Schoenstatt. Nos quedamos boquiabiertos porque desde luego no nos esperábamos nada así. Es más, imaginábamos que quizás desde la Federación de Familias querrían enviar a otro matrimonio. La verdad es que nos lo pensamos muy poquito. Esta es una de esas oportunidades que no hay que dejar pasar.
Cuando desde la organización de Paraguay nos incluyeron en un chat de WhatsApp (si, otro chat de WhatsApp) en el que participaban unas de 200 personas de múltiples nacionalidades, no fuimos conscientes de la trascendencia real del congreso. Allí se presentaban las distintas delegaciones que, dicho sea de paso, llevaban una representación bastante más amplia que la española. Me sentí “pequeña”.
Una cálida bienvenida: cariño, ternura y «mimos»
Nada más aterrizar en Asunción, un comité de personas de la organización nos esperaba con vítores y pancartas, ¡qué buen recibimiento después de haber dormido más bien poco (el vuelo era nocturno)! Nos llevaron a casa de una familia encantadora, Claudio y Vicky, que cariñosamente nos acogió, ofreciéndonos un café exquisito, algo para desayunar y, sobre todo, una buena conversación. Conectamos rápidamente con ellos. En verdad nos lo pusieron muy fácil. Después nos llevaron al hotel y nos instalamos. Por cierto, en la habitación del hotel teníamos un detalle de la organización muy chulo.
Poco después, al bajar en el ascensor, entró una mujer que, al vernos, nos dijo:
—Ustedes son el matrimonio español que van a asistir al Congreso de la Obra Familiar.
Mi marido y yo Nos miramos con gran sorpresa.
—¿Cómo lo sabes? —pregunté asombrada.
—Muy fácil, pusieron una foto en el chat de WhatsApp diciendo que ya estaban en el hotel, y les he reconocido también por la medalla de la Mater —. Se dirige a mí y señala mi medalla.
Cierto, esa mujer pertenecía al Instituto de Familias de Chile. Estuvimos un rato charlando en la recepción del hotel, mientras esperamos los autobuses que nos llevarían al Santuario Joven, donde se iba a dar el pistoletazo de salida. Esa mujer nos transmitió acogimiento.
Familia en torno al Santuario Joven de la ciudad de Asunción
En torno al Santuario Joven nos juntamos todos los asistentes, todos esos que se habían presentado en ese numeroso chat de WhatsApp, junto con Padres de Schoenstatt y Hermanas de María, y toda la organización de Paraguay. Muchísima gente muy contenta, celebrando, haciéndose fotos, saludándose. El ambiente era de júbilo, y no era para menos. Para nosotros todo era una novedad que contagiaba. Vimos a las pocas personas que conocíamos; al Padre Carlos, ahora destinado en Monterrey, y a Tomás y Flavia, que conocimos en un viaje que hicieron a España. Salvo al Padre José María y a la Hermana María Ignacia que venían con nosotros, todos los demás eran completamente desconocidos. Pero lo serían por poco tiempo. Al finalizar la eucaristía nos presentaron a Ramón y Marité Marini, de Paraguay, a Silvina y Raúl Viñas, de Argentina y Matrimonio jefe de la Federación Internacional, y a Margarita y Alcides González, de Paraguay, matrimonio del consejo de la Federación Internacional. ¡Ahí es ná!
Qué es el CIOF y qué objetivos tiene
Antes de seguir, paremos un momento y contemos qué es el CIOF (Congreso Internacional de la Obra Familiar). Se trata de un espacio de vinculación entre las diferentes comunidades de la Obra de Familias de Schoenstatt. Busca el intercambio de experiencias, materiales de formación, proyectos y apostolados enfocados al matrimonio y a la familia. Además, propone líneas de acción frente a los desafíos de hoy, siendo sus objetivos:
- Propiciar una experiencia de encuentro personal y de vida de las diferentes comunidades de la Obra de Familias.
- Generar propuestas concretas en respuesta a los desafíos de nuestro tiempo.
- En la fuerza de la Alianza de Amor, regalar el carisma de Schoenstatt a la Iglesia y al mundo.
Este año, bajo el lema “Familia en Alianza, corazón para el mundo”, ha congregado a más de 150 matrimonios de distintos países, principalmente latinoamericanos: Brasil, Colombia, Argentina, Chile, Ecuador, Bolivia, Paraguay, México, Costa Rica, USA, Puerto Rico, o España, entre otros.
Contenidos actuales, valientes y arriesgados
En el congreso se celebraron diversos talleres. Comenzaban con una ponencia y a continuación se organizaban grupos de trabajo aleatorios para dar respuesta a preguntas relacionadas con la ponencia. Esta fue la parte más enriquecedora que compartía la vida en los distintos países.
Se trataron temas actuales, valientes y arriesgados, como las adicciones que se cuelan en nuestras familias, un encuentro con el Dios de la misericordia (el rol de los padres en la orientación y afirmación de la identidad sexual de los hijos. Acompañamiento a las familias con hijos homosexuales), la tecnología, educar a los hijos en la fe, el feminismo, la crisis matrimonial como una oportunidad de crecimiento, una mirada a los problemas sociales desde la Fe Práctica de la Divina Providencia, los laicos influyendo en la economía, en la política, en la educación y en la salud, o la formación del líder schoenstattiano.
Los apostolados no se quedaron fuera de la ecuación: los cursos para novios, el fortalecimiento matrimonial, el seminario liderazgo para el amor, la academia de la pedagogía familiar o la pastoral de la Esperanza con el “Reencantando” (un fortalecimiento matrimonial adaptado y destinado a divorciados vueltos a casar), tuvieron su espacio concreto.
El congreso finalizó en el Santuario de Tupãrenda, que en guaraní quiere decir “lugar de Dios”. ¡Qué hermoso! Sin duda, un perfecto broche final.
Vivencias que encienden
Si tuviera que agradecer, la familia de Paraguay sería la primera. El acogimiento tan cálido, los mimos con los que nos cuidaron a todos, siempre hasta el último detalle, son dignos de admirar. Nos sentíamos como “en casa” entre gente a la que nunca habíamos visto. Y conseguir eso no es sencillo. Ellos lo hicieron, siempre con una sonrisa y con un profundo espíritu de servicio. La organización fue impecable, adelantándose a las adversidades del tiempo, que siempre juega “en contra” en los momentos más intensos e interesantes.
En Paraguay respiramos una gran familia, esta gran familia de la Obra Familiar de Schoenstatt que se entrega, que toma la iniciativa, que tiene hambre de más, con un altísimo espíritu de servicio, riqueza espiritual y compromiso para con el Movimiento. Movimiento en mayúsculas. Allá “se la juegan” por todo aquello en lo que creen, por aterrizar las estrategias y las metas que se proponen. Simplemente sientes ese “orgullo de pertenencia”, ese amor al carisma.
Nos sucedió algo curioso en Ciudad del Este, a 320 km de Asunción. Fuimos a visitar el Santuario de Schoenstatt y allí nos encontramos con una persona que estaba rezando. Cuando salimos, nos salió al paso y nos saludó. Al preguntarnos de dónde veníamos, iniciamos una entretenida conversación. Resulta que aquella persona había construido ese Santuario con su cuadrilla y nos contó cómo se inició el proyecto, cómo lo ejecutaron y cómo lo estructuraron. Realmente digno de ser escuchado. Pero eso dará para otro artículo.
Si tan importante fue respirar esta gran familia, más importante fue comprender la estructura organizativa de la Obra Familiar en todos los países cuyos matrimonios estaban representados. Se trata de una Obra Familiar completamente distinta a la nuestra, pero cuyos engranajes encajan y funcionan.
Un movimiento profesional
Hemos podido ver de primera mano la fuerza del Movimiento impulsada en su mayor parte por los matrimonios de la Obra Familiar. Lo profesional se integra con lo personal. El CIEES está “metido” en las venas y da a conocer Schoenstatt en el tejido empresarial. Los proyectos nacen fuertes, robustos desde su inicio, respaldados por ese tejido profesional y empresarial, con la calidez de todos aquellos implicados, con una meta fija: dar a conocer nuestro carisma, nuestra pedagogía. Porque es buena y hace bien. ¿Quién tendría un tesoro escondido cuando es fecundo? En más de una ocasión me acordé de Ambrosio y su fuerza interior. Y en cierto modo, llegué a sentirme “Ambrosio”. 😊
Fueron 4 días muy, muy intensos, desde la mañana hasta la noche, donde tuvimos la oportunidad de hablar con mucha gente de distintos países, con los que compartimos experiencias e inquietudes. El cuerpo acabó agotado, pero la mente y el espíritu salió fortalecido. Mirar a fondo las distintas realidades, pero a la vez sentirte como si ya nos conociésemos desde hace mucho tiempo es sencillamente mágico. Y esa magia la hacemos todos, porque todos somos schoenstattianos y todos queremos regalar la “magia” de nuestro carisma. Porque esto es Schoenstatt en salida. Porque al hacerlo, te sientes bien, reconfortado. ¿Por qué no regalar y desvivirte por lo que es bueno? Yo sueño con una Obra Familiar fuerte en España, y una Federación grande, ¿y tu?
Todo lo vivido te abre la mente.
El próximo congreso es en Costa Rica, en 2027. ¿Quieres vivirlo?
Federado, ¡levántate y sirve!
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